Durante estos días está teniendo lugar en el Parlamento catalán, el debate sobre la prohibición de las corridas de toros. Entre los participantes ha estado el etólogo Jordi Casamitjana, experto en comportamiento animal que ,entre otras cosas , dijo: “los gestos, la boca abierta, los ojos cerrados, la expresión facial , indican un sufrimiento fisiológico y cansancio” y describió las señales evidentes que demuestran que “el toro sufre tanto psicológicamente como físicamente” durante la corrida. No hay que ser un especialista para reconocer el padecimiento de cualquier animal ante la tortura. Cualquier niño puede distinguir entre la alegría y el dolor, la angustia y la felicidad de cualquier individuo, sea un perro,un toro o un humano.
Beatriz (una niña que vive en el exilio con su madre) es una de las protagonistas de “Primavera con una esquina rota” de Mario Benedetti. En uno de los relatos, Beatriz (La amnistía), describe la reacción de esta criatura ante la visión de una corrida: “También el otro día vi por la tele una corrida de toros que es como un estadio donde un señor juega con una mantel colorado y un toro que se hace el furioso pero es buenísimo.. entonces fue el hombre quien se puso furioso y como era muy necio le clavó aquí en la nuca una espada larguísima y el toro que ya estaba a punto de pedir la amnistía miró al señor con unos ojos muy pero muy tristes y después se desmayó en mitad de la cancha …y a mí me dio tanta lástima que me salió un suspiro.. y esa noche soñé que yo acariciaba al toro y le decía chicho chicho,.. pero en el sueño el toro seguía desmayado en mitad de la cancha y yo le daba la amnistía pero en sueños no vale.…Cuando venga la amnistía no habrá más corridas de toros”.
Como Beatriz ( y su creador, el tristemente fallecido M. Benedetti), nosotros esperamos ansiosos el día en el que la tortura a un animal, en este caso un toro, deje de ser un espectáculo legalizado y subvencionado. “No hay más ciego que el que no quiere ver”, pero aquí estamos los que caminamos por la vida con los ojos y el corazón, bien abiertos.
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